Cuando escribo emociones negativas, a lo que realmente me refiero son a aquellas emociones que nos perturban, que son difíciles de transitar, que nos sacuden y a veces nos asustan.
Porque no hay emociones negativas, todas las emociones son importantes, naturales y además, son necesarias. Así como lees, necesarias, apropiadas e importantes.
El miedo, la culpa, ansiedad, celos o envidia, el enojo y la tristeza son importantes y necesarios. ¿cómo así? ¿para qué nos puede servir sentir culpa o celos?
A pesar de que todos los seres humanos deseamos ser felices, nuestro espectro de emociones es amplio, y si queremos educar a los hijos para que tengan una buena gestión emocional, primero debemos aprender nosotros a transitar por éstos estados dolorosos que nos traen mensajes y posibilidades; pueden ser los medios por los cuáles transformemos ciertos patrones en nuestra vida.
Si al encontrarnos con una emoción perturbadora, en lugar de querer huir de ella, nos sentamos a escuchar qué tiene que decirnos y para qué aparece en algún momento particular de la vida, tenemos la oportunidad de tomar el mensaje en nuestras manos y hacer un cambio en aquellas cosas que no nos gustan de nosotros mismos.
Este trabajo personal permite también que nuestros hijos aprendan qué hacer con sus emociones y cuáles son las formas adecuadas, pero sobre todo útiles de pasar a través de ellas y utilizarlas a nuestro favor. No basta con validar sus emociones y enseñarles a reconocer qué están sintiendo, sino de darles herramientas para que a lo largo de su vida, sepan qué hacer con eso que están sintiendo.
Entonces, según Tim Lomas (en su libro el poder positivo de las emociones negativas), éstos son los mensajes y la fuente de valor que trae cada emoción perturbadora.
Tristeza.
“Cuanto más hondo cave en vuestro ser la tristeza, más capacidad tendréis para llenaros de alegría”. Kahlil Gibran.
Es esencialmente una expresión del amor y la preocupación que sentimos por otros. Un lugar tenebroso que nadie quiere visitar por voluntad propia, sin embargo, cuando estamos tristes o desolados, podemos darnos cuenta de que no debemos sentirnos avergonzados por ello. Una actitud de reconciliación con la tristeza, reconociendo que es natural y apropiada puede ayudarnos a salir de allí.
La tristeza ofrece un tiempo de pausa y descanso cuando sentimos que todo va demasiado rápido, para reflexionar y revalorar las decisiones que nos llevaron a esta etapa de decaimiento, y a partir de la reflexión, tomar diferentes decisiones. Por eso, la tristeza también es abrir una ventana para mirar la verdad y poder ajustar nuestra forma de actuar a ella; trae mayor claridad y consciencia.
Estar tristes también puede llevarnos a ser empáticos y conectar con el amor profundo hacia otras personas. Desde la tristeza podemos tomar un impulso para ofrecer nuestro amor y preocupación, y tomar acción a ser de ayuda para alguien más.
Ansiedad.
Es el sistema de alarma que nos avisa del peligro. Comienza sintiendo una aceleración interna, agitación nerviosa y palpitante. Hablemos de que hay una ansiedad saludable que nos puede movilizar, pero si llega a un estado patológico e imposibilitante, es necesario pedir ayuda a un profesional de la salud.
La ansiedad es la antena emocional que nos advierte del riesgo y explora el entorno buscando amenazas. Desde nuestro radar interno, requerimos conectar con el estado de supervivencia. Si tu radar está híper vigilante se activa al mismo estímulo, es necesario que trabajes para regularlo.
La ansiedad o el miedo viene a alertarnos de posibles peligros y detectar una situación que percibimos amenazante. Con el miedo, podemos tomar acción para enfrentar o huir de mejor manera. Utilízala para prepararte ante algo que sientes amenazante, para conseguir lograr tus metas.
Y repito, si tienes miedo o ansiedad que te impiden disfrutar la vida y tomar acción, busca ayuda de algún profesional de la salud.
Ira o enojo.
Una emoción que surge para mostrarnos donde estamos sintiendo que somos tratados injustamente. Si bien requerimos escuchar su mensaje para poner los límites necesarios y establecer nuevos acuerdos, se recomienda no dejarse llevar por su fuerza caótica y destructiva.
En ocasiones nos enojamos por que las cosas no son como quisiéramos y sentimos que nuestros deseos se ven frustrados. Esto no es enojo o ira, esto se llama frustración.
Cuando sientas ira, observa si tus derechos individuales están siendo anulados, percibes desprecio de otras personas. Usa esa energía para describir la situación injusta y poder hablar de ella. No te centres en la queja, sino en buscar solucionar problemas aledaños al momento particular en que sientes enojo.
Culpa.
La culpa viene a mostrar donde nos hemos decepcionado a nosotros mismos y nos incita a ser mejores. Nos sentimos culpables cuando obramos o hicimos algo que no debiéramos, como lastimar a otras personas, mentir, tomar lo que no es dado, etc.
La culpa viene a darnos la oportunidad de reflexionar sobre aquello que pudimos a hacer mejor e implementar cambios en la forma de actuar.
Si aceptas que llevas una responsabilidad de cometer una mala acción, defenderá o contribuir a ella, también puedes implementar cambios en tu manera de proceder.
La culpa no se trata de castigarnos una y otra vez por aquellas veces en que hemos obrado mal, sino darnos cuenta una vez que así sucedió y centrarnos en implementar esos cambios para las futuras ocasiones.
Celos o envida.
La envidia nos motiva a mejorar como personas y nuestras condiciones de vida. Surge de una reacción involuntaria de deseando aquello que no tenemos: dinero, posesiones, experiencias, relaciones y vínculos que consideramos que nos harán mas felices.
Con la exposición de las redes sociales se ha disparado esta emoción, generando una idea acerca de otras personas que se aleja demasiado de una realidad.
La envidia puede ser viciosa, hostil y corrosiva. Es resentir el éxito de otra persona deseando que no le vaya bien. Pero la envidia también puede ser emulativa, generando admiración, anhelo y respeto hacia alguien más.
Si quieres conectar con la función positiva de la envidia, inspírate en las personas a las que admiras. Reconoce sus logros para establecer tus metas y valores. Que la envidia sea la fuente que te inspire a saber que tu también puedes lograr aquello que reconoces en alguien más.
Aburrimiento
Es la vía hacia la creatividad y la autotrascendencia. El aburrimiento surge cuando nuestra situación actual carece de valor o de interés. Naturalmente, lo que hacemos al aburrirnos es buscar actividades nuevas en qué entretenernos. O tomamos el celular para matar el tiempo.
Si surge una primera sensación de estar aburrido, y tomas unos minutos sin entretenerte en otras cosas, puedes empezar a derribar barreras mentales y liberarte de las ideas preconcebidas. Si das espacio a la imaginación y la creatividad puedes conectar con aquellas cosas que realmente te hacen feliz y que tienes ganas de hacer.
Una persona conectada a sus talentos y su pasión no se aburre.
Soledad.
La soledad nos da pie a escuchar nuestra verdadera voz interior y nos enseña a ser autosuficientes. Es frecuente evitar a toda costa sentirnos solos. La soledad también tiene dos caras: la que imposibilita y te hunde hacia la tristeza, o la solitud, en donde encuentras tu propia voz y descubres tu mundo interior.
La solitud es la soledad que buscas y deseas para conectar contigo mismo y aprender a disfrutar tu sola presencia, sin llenar los momentos que se sienten vacíos de actividades y ruido mental.